PLAN DE INVESTIGACIÓN PARA TESIS DOCTORAL. EFICIENCIA DE LA BIOCONSTRUCCIÓN MODULAR

En consonancia con la creciente demanda, en todos los campos que abarca la fabricación, de productos concebidos a partir de materiales naturales o con grados muy bajos de transformación, de procesos que lleven implícito un aprovechamiento eficiente de los recursos, energía y mano de obra, también en el ámbito de la construcción lleva varios años entreviéndose una necesidad de buscar alternativas a los sistemas constructivos tradicionales. En este punto de partida, podemos considerar tradicionales los que emplean el hormigón armado y el ladrillo como base, ya que son los materiales que los agentes implicados en la construcción de los S.XX y XXI hemos utilizado. Y quizá la palabra tradicional no sea la más acertada en un tipo de construcción que se ha convertido en estándar. Según la Real Academia Española Tradición es la Doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos. Es obvio que el hormigón armado no es un producto que haya existido siempre, aunque la expansión de las ciudades y la estandarización de la edificación no habrían sido posibles sin éste y, por tanto, supuso más bien un gran avance tecnológico al que la civilización al completo se ha visto avocada a recurrir aun teniendo que generar una potente industria y necesitar transporte de materias primas incluso intercontinental. Por el contrario, existen otros sistemas y materiales que, habiendo existido siempre por ser inherentes al medio, no han formado parte de esa estandarización de la construcción. No cabe duda de que quizá en ese desarrollo no fueran lo suficientemente avanzados como para competir tecnológica y económicamente y nos surge la duda de si, con los medios de que disponemos a día de hoy, podrían llegar a manufacturarse materiales y ser utilizados en obras en diferentes sitios sin necesidad de transportarlos o fabricarlos a partir de fundiciones, hornos de Clinker y otras industrias pesadas.

Al mismo tiempo, la realidad que nos afecta a los países desarrollados es que tenemos una vivienda extremadamente cara y a la que los jóvenes les resulta muy difícil acceder en las grandes urbes o sus extrarradios, que es precisamente donde existe empleo. Es cierto que hay muchos factores que afectan al precio de la vivienda, pero también los arquitectos podemos aportar formas de atajar algunas técnicas que incorporen una eficiencia y repercutan en un menor coste a la construcción en general. La tesis doctoral que estoy redactando se centrará en la eficiencia energética y económica de un sistema de edificación a partir de muros prefabricados de madera y paja, dado que son materiales que si podemos encontrar o producir en la práctica totalidad de la tierra sin generar una industria pesada sino más artesanal. Es un sistema que se ha empleado en muchas culturas históricamente, con muchos matices y diferencias en cada lugar, pero muy similar en el concepto básico: la paja es un material de desecho orgánico y que se acumula tras segar los campos, en ocasiones y según en qué tierras, de forma masiva y sin un fin específico. La madera es un material que si ha formado parte activa en la construcción en todo el planeta, aunque con distintas funciones y protagonismo, llegando a ser un elemento más bien decorativo o de mobiliario en las ciudades. Es cierto que hay países en los que la madera se emplea en la estructura, cerramientos, particiones, etc. y se ha llegado a una tecnología extremamente avanzada de la que, en gran medida, partiré para la investigación. Sin embargo, y ya que existen infinidad de ejemplos de construcción en madera y paja, y que para la sociedad contemporánea no dejan de ser una mera curiosidad, mi objetivo se centra en estudiar acerca de una variante más atractiva y orientada a otra importante demanda actual: la construcción modular. Ya existen constructoras y arquitectos en diferentes partes del mundo prefabricando paneles o módulos a base únicamente de madera y paja prensada que después son colocados en obra con función estructural y de cerramiento en fachadas de tipo monolítico ya que incorporan un material que de por sí es un gran aislante termo-acústico.

Si estos paneles son revestidos adecuadamente para protegerlos del fuego y la humedad se convierten en un componente constructivo muy eficaz, ligero, versátil, sencillo de colocar y que puede producirse con un ínfimo grado de transformación de las materias primas, tan sólo necesitando tornillos. La función estructural se garantiza gracias a la ya más que probada resistencia portante de la madera y que vemos en edificaciones como el balloon frame, que sí es tradicional en Estados Unidos. Pero el hecho de que incorpore el aislamiento y pueda levantarse un edificio modularmente supone la mayor relevancia a nivel tecnológico y que puede competir con otros sistemas más explorados. Puede considerarse un componente apto para edificaciones pasivas pero que, además, son ecológicas e incorporan conceptos de la certificación ambiental.

Por otro lado, debe tenerse en cuenta que las fachadas constituyen muros de carga que, si bien son ligeros, requieren un espesor elevado. Un espesor de 50 cm, aseguraría una resistencia térmica de 0,17 W/m2.k y aunque en su concepto sea muy sencillo y económico de producir debe atenderse también a la mayor repercusión en superficie construida. Es obvio que al conseguir tal grado de aislamiento con un material que, en principio, es de desecho puede competir con cualquier otro sistema a nivel económico, pero me gustaría también profundizar en qué influencia tiene el mayor espesor en el coste global de la edificación y de si éste se ve compensado con el ahorro energético en la producción del elemento, el transporte, su colocación en obra, su vida útil en cuanto al ahorro en energía consumida por las instalaciones de climatización y su eliminación y reciclado.

 

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